Por voluntad mayoritaria de los ciudadanos, este 1 de septiembre terminaron 18 años de pluralismo político en el Congreso de la Unión, para regresar a la mayoría absoluta de la fuerza política que llevó al triunfo a un Presidente de la República.
Inicia un Poder Legislativo que enfrenta de entrada seis retos. Demostrar que su mayoría será diferente. Comprobar con hechos que valió la pena avalar la suma de irregularidades que permitieron la existencia inédita de una bancada oficial de un partido político que no existe, el ingreso de suplentes en lugar de titulares plurinominales, la presencia de personajes polémicos que enfrentaron procesos judiciales y un insólito senador que al mismo tiempo es gobernador.
El tercer reto es demostrar que está justificado en el trabajo que, a pesar de tener paridad de género, los hombres se quedaron con el control de los órganos de gobierno de ambas Cámaras del Congreso. El cuarto es mostrar a los mexicanos que la baja preparación académica de sus 628 integrantes –500 diputados y 128 senadores– no pegará en la calidad del trabajo legislativo; el quinto, que el promedio de 50% de integrantes que jamás han legislado aprenderán pronto a hacer leyes y a razonar en la lógica jurídica del Poder Legislativo.
Y el sexto reto es mostrar que la política de austeridad que impondrá Morena en el Congreso de la Unión le bastará para recuperar la devaluada imagen de los legisladores federales, colocados en el último lugar de reconocimiento ciudadano.
Un Congreso de la Unión que instaló su asamblea previa en medio de la polémica, porque mientras los 247 diputados federales de Morena gritaron en el pleno de San Lázaro que “es un honor estar con Obrador”, para mostrar su sumisión a las decisiones del Ejecutivo Federal que comenzará a trabajar el 1 de diciembre, en el Senado, la presidenta de la Mesa de decanos, Ifigenia Martínez, también dejó en claro que la mayoría está ahí por la fuerza de López Obrador y el trabajo de esta Cámara se sujetará a la agenda de su gobierno.
Comienza el trabajo de legisladores federales que por la voluntad de 30 millones de electores serán mayoritariamente incondicionales del Ejecutivo Federal a partir del 1 de diciembre, igual que los priistas lo fueron desde el primer Congreso de la Unión posterior a la Constitución de 1917, formado en marzo de ese año, hasta el 1 de septiembre del año 2000, cuando la fuerza ciudadana sacó de la Presidencia de la República al PRI.
Si bien Morena tiene 247 diputados federales, la oposición no ostenta la mayoría absoluta, ya que sus aliados políticos, PT, tiene 29 integrantes y Encuentro Social cuenta con 31, lo que implica que en total, la causa política de López Obrador tiene 307 legisladores; es decir, la mayoría absoluta, mientras la oposición efectiva está reducida de facto.
La dinámica de diálogo constante, la vinculación que durante 18 años evolucionó para relacionar a los legisladores con las organizaciones sociales en la construcción de leyes y reformas constitucionales, corre el riesgo de quedar sepultada ante la advertencia de Morena de que usará su mayoría constitucional y legítima para imponer su visión, cuando los intereses del país estén en riesgo.