En China, el nacimiento de un niño es cuestión de Estado. Durante 35 años el gobierno limitó a uno la cantidad de hijos por pareja para frenar el crecimiento acelerado de la población en el país. Ahora busca impulsar la natalidad, como una forma de contrarrestar el inminente envejecimiento de su población, pero con escasos resultados.
Desde 2016 el gobierno chino permitió a las parejas ampliar su familia. Sin embargo, factores como la presión económica que implica la crianza de un hijo hacen que los matrimonios piensen dos veces si quieren tener un mayor número de descendientes.
Ante la falta de resultados, las autoridades analizan nuevas directrices de planificación familiar, mientras que académicos proponen brindar apoyos a las parejas que deseen tener un segundo hijo.
Con la política del hijo único, implementada por el gobierno chino de 1980 a 2015, se logró frenar el aumento de la población de manera drástica. De acuerdo con datos históricos de la Oficina Nacional de Estadísticas de China, en los últimos 35 años la tasa de crecimiento natural de la población pasó de 15.68%, en 1982, a sólo 5.32% en 2017.
Ahora China, el país más poblado del mundo con casi mil 400 millones de habitantes, se enfrenta al problema global del envejecimiento de la población, sobre el cual ha alertado la Organización de las Naciones Unidas (ONU).