Investigadores encontraron que la conexión mente-cuerpo es más que sólo un eslogan, pues descubrieron que el aumento de los niveles de estrés están efectivamente vinculados a un mayor riesgo de un ataque el corazón o un derrame cerebral.
De acuerdo con una nueva investigación, las personas que tienen más actividad en la amígdala -área del cerebro que regula la respuesta del cuerpo a fuertes reacciones emocionales- son más propensas a sufrir ese tipo de accidentes que aquellas con menor dinamismo en ese punto.
Durante mucho tiempo, el estrés emocional fue asociado con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV), que afecta a los vasos sanguíneos y al corazón, pero no entiende bien la forma en que esto ocurre.
Para intentar comprenderlo, especialistas estadunidenses llevaron a cabo un estudio en el cual participaron 293 adultos, mayores de 30 años, quienes fueron monitoreados a lo largo de casi cuatro años para ver si desarrollaban enfermedades cardiovasculares.
La investigación contempló dos análisis diferentes, en el primero se escaneó el cerebro, la médula ósea, el bazo y las arterias de los participantes, mientras que en el segundo se estudió la relación entre los niveles de estrés y la inflamación en los vasos sanguíneos.
Del total de voluntarios, 22 desarrollaron enfermedades cardiovasculares y fueron ellos los que presentaron mayor actividad en la amígdala, de acuerdo con los resultados de la investigación publicados en la revista británica The Lancet.
Posteriormente, los científicos analizaron el vínculo entre el estrés y la inflamación, encontraron que quienes reportaron niveles más altos del primero también presentaron mayor actividad en la amígdala y, por ende, gran inflamación en las arterias.
Este estudio identifica por primera vez en seres humanos, la región del cerebro que vincula el estrés al riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular”, afirma Ahmed Tawakol, cardiólogo en el Hospital General de Massachusetts, Boston.
En estudios previos se encontró que el estrés activa la médula ósea, lo cual provoca la producción de células blancas en la sangre, y en consecuencia se presenta la inflamación.
Tanto la inflamación en los vasos sanguíneos y el aumento de actividad de la médula ósea pueden contribuir a una afección llamada ateroesclerosis, que incrementa el riesgo de una persona para la enfermedad cardíaca.
El estrés podría ser un factor de riesgo tan importante como el tabaquismo y la hipertensión arterial, según los investigadores estadunidenses.