Uno de los enigmas que prevalece en nuestro Sistema Solar, es cómo se formaron los anillos de los planetas gaseosos, los cuales se encuentran más allá del cinturón de asteroides.
Una teoría apunta, en el caso de Saturno, a que una de sus lunas fue desintegrada por las fuerzas gravitacionales al acercarse demasiado a su superficie, y de ahí surgieron sus “adornos”. Y ésta es la razón más común.
Ahora, investigadores de la Universidad de Kobe, en Japón, concluyen que los anillos de Saturno, Neptuno y Urano, fueron formados por los restos de planetas enanos, destruidos al acercarse mucho a sus respectivas órbitas.
Liderados por Ryuki Hyodo, los astrónomos nipones plantean que miles de cuerpos espaciales con un tamaño similar al de Plutón, habitaron en el Cinturón de Kuiper al poco tiempo de formarse el Sistema Solar.
Señalan que los planetas referidos habrían migrado hace unos cuatro mil millones de años, lo cual movió tanto al Cinturón de Kuiper como al cinturón de asteroides -ubicado entre Marte y Júpiter-, y frente a tal escenario, los cuerpos de mayor tamaño fueron empujados y colisionaron unos con otros, absorbidos por la fuerza gravitatoria de los astros más grandes.
De esa manera -informa el sitio web especializado space.com-, al acercarse lo suficiente a los citados planetas, fueron destrozados por la gravedad y sus restos dieron origen a la formación de los aros en esos astros gaseosos.
A través de las simulaciones por ordenador de este modelo, los especialistas de Kobe obtuvieron evidencia suficiente para explicar las diferencias entre los anillos de Saturno, Neptuno y Urano. Los del primero se componen en un 95 por ciento de hielo, mientras los de los otros por material rocoso.
Y la teoría de que fueron por restos de planetas enanos, puede explicar esta diferencia, apuntan en su investigación.
Esto implica que los planetas gigantes descubiertos alrededor de otras estrellas, es probable tengan anillos formados por un proceso similar, indican.