El líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, acusó a los Estados del Golfo Pérsico respaldados por Estados Unidos de perpetrar un ataque durante un desfile militar en el que murieron 25 personas, casi la mitad de ellas miembros de la Guardia Revolucionaria.
Jamenei ordenó a las fuerzas de seguridad iraníes llevar ante la justicia a los responsables de uno de los peores atentados contra la poderosa fuerza de élite del país, que está bajo su mando.
“Este crimen es una continuación de las conspiraciones de los Estados regionales que son títeres de Estados Unidos y su objetivo es crear inseguridad en nuestro querido país”, dijo Jamenei en un comunicado publicado en su página web.
No nombró a los Estados regionales que creía culpables. Israel también es un aliado clave de Estados Unidos contra Irán. Tampoco hubo una respuesta inmediata desde el Golfo a las declaraciones.
La acusación seguramente incrementará las tensiones con Arabia Saudita, el rival regional de Irán y sus aliados del Golfo, que junto con Estados Unidos han estado trabajando para aislar a la república islámica.
La televisión estatal dijo que el ataque, que dejó también más de 60 heridos, tenía como objetivo una grada donde los funcionarios iraníes se habían reunido en la ciudad de Ahvaz para presenciar el evento anual que conmemora el comienzo de la guerra contra Irak de 1980-1988.
El ataque es un golpe significativo a la seguridad del país productor de petróleo, que ha sido relativamente estable en comparación con las naciones árabes vecinas que lidian con la agitación desde los levantamientos de 2011 en todo Oriente Medio.
Poco antes del ataque, Rouhani había dicho el sábado que Trump fracasará en su enfrentamiento con Irán al igual que el líder iraquí Saddam Hussein, y prometió que Teherán no abandonará sus misiles.